Las Barberías son lugares de encuentro de los clientes que acuden a esos sitios para solicitar un servicio de peluqueado y / o rasurado de la barba, pero mientras las personas esperan su turno se suscitan tertulias acerca de temas de interés. En otros casos se enteran de los chismes y novedades.
La Barbería El Triunfo, ubicada en el Municipio de Guaitarilla, (departamento de Nariño), ofrece doble atractivo que la hace diferente a las de los otros municipios, su interior está decorado con una parafernalia asociada con el arte de estilo barroco, (Barroco Criollo para nuestro ejemplo) recargado en sus formas y variedad de objetos. Y quienes atienden son dos hermanos que los caracteriza su manera de interactuar con sus clientes o visitantes. Cuentan chistes, narran anécdotas y se inventan historias o les cambian la trama; de Ellos se aprende y se comparte mucha información. Por ser un sitio que conserva un instrumental típico de las barberías antiguas y por el ambiente de tienda de pulpería, mediante esta publicación nos permitimos homenajear a sus propietarios lo hermanos Ildefonso y Olmedo Mayag a quienes desde niños en Guaitarilla los apodan con el remoquete de “chimbalos”.
Ubicado al suroeste de Nariño, el municipio de Guaitarilla se asienta sobre un terreno ondulante que conforma la cadena andina nariñense. La fertilidad de sus suelos lo cataloga como la despensa cerealera del país. Las grandes extensiones de cultivos de maíz, cebada y trigo ofrecen un hermoso panorama matizado con los verdes y amarillos que inspiraron la lírica de Aurelio Arturo Martínez para describir a Nariño: “donde el verde es de todos los colores”. Hoy el encanto de la colcha vegetal se atenúa con su triste natural por a las políticas económicas del TLC.
Cada 18 de mayo los guaitarillenses conmemoran el aniversario del primer grito de independencia, con una programación cultural, cívica, religiosa y deportiva.
En los predios de Guaitarilla, el 18 de mayo de 1800, las indígenas Manuela Cumbal y Francisca Aucú, llenas de valentía y motivadas por la multitud enardecida que lanzaba arengas en contra de los hermanos Francisco y Atanasio Clavijo, a quienes creían responsables del incremento de gravamen, subieron hasta el altar de la iglesia y arrebataron de las manos del párroco el papel que leía donde se notificaba a través de un decreto del recudimiento de diezmos por orden del señor provisor del obispado. En el día siguiente se presentaron en la población de Túquerres aproximadamente 300 guaitarillenses con el fin exigir de los Clavijo, -cobradores de impuestos,- la suspensión del mismo.
Este suceso culminó con el linchamiento a machetazos del par de hermanos en la propia plaza. Enseguida los enardecidos victimarios dieron sepultura a los dos cuerpos en la iglesia de Túquerres. El escudo de Guaitarilla tiene inscrita la leyenda: “Aquí nació la libertad americana el 18 de mayo de 1800” con la que se mantiene vivo el episodio épico.
La palabra Guaitarilla proviene de la voz primitiva que al castellano traduce “Cesto Florido”, así es su entorno, la cabecera municipal enconchada entre lomas sembradas de frijol, arveja, trigo, cebada, maíz, papa y cordones de matas de fique que lindan las parcelas. Algunas viviendas del sector céntrico y otras de la periferia aún muestran los telares, guangas y ruecas utilizadas para tejer empaques de cabuya (fique). Sus entrañas no sólo se entintan de color y aroma vegetales, también en ellas se guardan el costumbrismo y las tradiciones que se resisten al olvido. Tal vez sea una de las regiones que mantiene activas las herrerías con los fuelles de cuero. El reloj ubicado en el alto campanario recubierto por formas de arquitectura gótica es el único que cada seis horas entona el ave maría. Guaitarilla es un vigía estratégico del dormitar y de los parpadeos del volcán Galeras, desde ese balcón natural se puede apreciar al desnudo el cono volcánico y su actividad sísmica. San Nicolás de Tolentino y la Virgen de las Nieves comparten la devoción de la feligresía católica; así mismo el Niño Jesús del Cabuyo recibe multitudinarias peregrinaciones en su templo.
El Triunfo, la barbería de Los Chimbalos
Las calles de Guaitarilla aún conservan los nombres con los que fueron bautizadas en la época de su fundación como municipio. La calle Real, Calle León o Calle El Libertador, conservan el sabor añejo de la historia colonial y republicana. Sobre esos sectores populares se instalaron varios negocios que se transmitieron a diferentes generaciones. Panaderías, pulperías, misceláneas, boticas, cantinas y tiendas de abarrotes surten a los habitantes y visitantes de productos de la región.Desde hace 36 años la calle El libertador acogió en una tienda de la casa de propiedad de don Humberto Martínez a los hermanos Mayag Narváez, apellidos inusuales en la región porque allí se nombra por ‘apodos’ a la mayoría de pobladores, curiosamente empiezan por la consonante CH, chitos, chatos, chinos, chulos, chumbos, chimilos, las chivas, chilpo, chapul, chicho, chuya, Chicholo…
La Barbería El Triunfo de propiedad de los hermanos Ildefonso y Olmedo que desde niños se conocen como Los “Chimbalos”, es el lugar de mayor tradición en Guaitarilla, allí desde hace tres décadas acuden los ciudadanos del campo y del sector urbano para solicitar se les rasuren la barba o les hagan el corte de cabello deseado. La palabra ‘Chimbalo’ es el nombre de un fruto pequeño de un vegetal que crece silvestre en los caminos, también y el monte. Ese nombre también se asocia con las personas de corta estatura o animales de tamaño diminuto. Al respecto relata Ildefonso Mayag,
“en la familia tuvimos un caballo pony que lo llamábamos el ‘Pasamares’, ese era ladrón y enamorado. No lo hicimos castrar y se pasaba a buscar una yegua que tenía el vecino, a pesar que le templábamos cercos tupidos y le enredábamos alambre él se daba sus modos y dejando el pelo en el cerco se pasaba al potrero de al lado. Los vecinos molestos con el animal le cortaron una pierna, la herida lo enfermó y le ocasionó la muerte”.
Barbería El Triunfo por Javier Vallejo Díaz |
Ildefonso Aureliano nació en Guaitarilla el 2 de julio de 1932, es el mayor entre 10 hermanos que integran la familia Mayag Narváez. “Yo me llamo Ildefonso Aureliano Mayag Narváez, nací en la vereda Santa Bárbara, en ese tiempo se llamaba así, ahora es una calle del municipio de Guaitarilla”, así se presenta don Ildefonso el ’Chimbalo’ mayor. Con 83 años, este dicharachero de 1,53 de estatura, que junto con su hermano Olmedo se ha convertido en uno de los personajes de mayor popularidad en el municipio.
Ante la falta de dinero para adquirir las herramientas de trabajo, don Ildefonso recurrió a su ingeniosidad, “cuando mi tío Ángel María cambiaba las cuchillas a la máquina de afeitar, yo guardaba las que él botaba. Un día recorté un tallo de sigse, que es una espiga que crece a orillas de ríos, lo partí y en medio metí la cuchilla, amarré cabuya en los extremos para que la apriete y esa fue mi primera barbera. Cuando tuve platica compré una babera en dos pesos, también conseguí tijeras y poco a poco me doté de herramientas”
Antes de instalar la barbería El Triunfo en donde funciona actualmente, don Ildefonso trabajó 12 años con don Sergio Bastidas, el barbero del pueblo, hombre de carácter recio pero con mucha experiencia en el oficio. Los clientes pedían que los atendiera ‘don chimbalo’ por lo agradable y ameno que hacía el momento, a diferencia de lo gruñón del dueño.
Después de 30 años de deambular por varios locales en el sector urbano de Guaitarilla, logró instalar su propia barbería en la Calle El Libertador, donde la atiende con su hermano Olmedo desde hace 36 años. Son 66 años entregados a un oficio que se convirtió en la actividad familiar y la principal fuente de ingreso de los Mayag Narváez.
El señor Humberto Martínez liberal de amplio reconocimiento, ofreció uno de los locales de su casa de habitación donde don Ildefonso instaló la peluquería, terminando así con los desalojos que hacían los oponentes conservadores. Marcos Acosta, su amigo de juventud le sugirió que le cambiara la razón social, peluquería por Barbería “El Triunfo”, para hacer honor a la victoria sobre los enemigos Conservadores, que lo asediaron durante más de 30 años.
Antes de instalar la barbería El Triunfo en donde funciona actualmente, don Ildefonso trabajó 12 años con don Sergio Bastidas, el barbero del pueblo, hombre de carácter recio pero con mucha experiencia en el oficio. Los clientes pedían que los atendiera ‘don chimbalo’ por lo agradable y ameno que hacía el momento, a diferencia de lo gruñón del dueño.
Después de 30 años de deambular por varios locales en el sector urbano de Guaitarilla, logró instalar su propia barbería en la Calle El Libertador, donde la atiende con su hermano Olmedo desde hace 36 años. Son 66 años entregados a un oficio que se convirtió en la actividad familiar y la principal fuente de ingreso de los Mayag Narváez.
¿El Triunfo?
El desenlace de un hecho político determinó la asignación de El Triunfo como el nombre con el que se identifica la barbería de Los ‘Chimbalos’. Históricamente los guaitarillenses se han inscrito en el partido Conservador, con una minoría de militantes liberales, entre otros la familia Mayag Narváez. En la década de los 50 los pocos liberales fueron objeto de persecución y atropellos. Don Ildefonso recuerda que a su madre y a una hermana les rajaron la cabeza en el mercado. En otro lugar del municipio asesinaron un ciudadano liberal. Era el tiempo de la “marimba”, comenta Ildefonso,“porque como represalia de los conservadores por el golpe de estado de Rojas Pinilla a Laureano Gómez en 1953, los militantes de ese partido la emprendieron contra un pequeño grupo de liberales que vivíamos en la vereda Santa Bárbara. Fue una noche estruendosa, los conservadores llegaron a destruir el caserío, desentejaron las casas, sacaron las puertas, arrancaron las matas que teníamos sembradas, fue una asonada de piedra y palo, por el estruendo la gente se llamó ‘marimba’. Aterrorizados nos fuimos a vivir a San Nicolás allí permanecimos un año. En el siguiente el presidente Rojas Pinilla puso orden y pudimos vivir en paz”.
Barbería El Triunfo por Javier Vallejo Díaz |
“Don Humberto me dijo, si por ser liberal no puede estar en un lugar fijo, en mi casa va a permanecer hasta que decida cambiarse de partido, y dese cuenta ya llevo 36 años con la barbería en este lugar”.“La barbería la vengo trabajando desde los 17 años de edad. Yo aprendí este oficio trasquilando a mis hermanos, póngale cuidado que las silletas que teníamos me quedaban altas para sentarlos y ‘peluquiarlos’. Por mi mamá éramos pequeños, entonces a mis hermanos los hacía sentar en un perol de hierro que en la casa servía para llevarles la comida a los marranos, el perol lo colocaba ‘pauchado’ y encima le una ruana, allí los sentaba y les trasquilaba la cabeza. Luego siguieron los vecinos y todo el caserío, a mí no me pagaban nada. Mi padre tenía un potrero que le sembrábamos trigo en cantidades, por eso hacíamos tortillas para darle con café a la gente en las tardes, ellos ya son muerto toditos. Cuando terminaba de afeitarlos o cortarles el cabello me preguntaban: ‘¿cuánto le debemos?’ –no, me deben nada, pasen a tomar café-. Mi madre les ofrecía café, de esa manera aprendí bien el oficio, después me dije -está resultando bien pagado el café-. A los vecinos los ‘peluqueaba’ de ‘envalde’, cuando dominé la manera de cortar y rasurar fui a Cumac, otra vereda vecina, allá me pagaban dos centavos, con esa plata compraba cinco panuchas que daban por centavo, o sea me alcanzaban diez panuchas! ”.
Miscelánea ‘barroca’
En la barbería "El Triunfo", se conservan las herramientas típicas que en su momento identificaron a los barberos. Junto con un cuadro del Sagrado Corazón de Jesús, contrastan con la parafernalia compuesta por una cantidad de adornos que saturan los muros rígidos de tapia apisonada, dándole una apariencia de un gabinete o sala de museo de tradiciones.
La Barbería El triunfo no se reserva el derecho de admisión, a ella acude toda clase de clientes desde Monseñor Bernardo Arévalo, alcaldes, los empleados del municipio, los profesores, los policías, los transportadores, hasta el niño campesino más humilde que solicite un servicio.
“Aquí viene todo mundo a hacerse afeitar, conocidos y desconocidos, ricos y pobres y no sólo me visitan por lo de la barbería, también a proponerme negocios, porque del todo tontico no ‘he sido’, yo sé de todo, me le arrugo a nada”. Así relata don Ildefonso y agrega, “en los días ordinarios yo trabajo en albañilería o lo que se presente, hasta hago epitafios, algunos de cemento, otros de aluminio, de madera también hice y también me vienen a vender epitafios viejos que les cambio el nombre y le pongo la fecha, lo único que no pongo es los muertos”
El todero
Don Ildefonso es un gracioso interlocutor y ameno conversador, al preguntarle por su estado civil y el número de hijos que tiene, en tono jocoso contesta,
“Yo fui casado pero no tuve hijos porque sólo las mujeres pueden tener hijos. Rosa Benavides me dio cuatro varones de ellos sólo viven dos, con los de otra relación en total fueron 6 hijos, cuatro se encargan de cuidarme cuando me enfermo, son buenos hijos”.
Ildefonso manifiesta que en su juventud fue picaflor, alcanzó a escribir en un cuaderno los nombres de 108 mujeres que correspondieron a sus amoríos.
“ yo tuve suerte, las chiquillas venían del campo y me traían regalos sobre todo frutas, verduras y algún animalito casero. ¡Qué culpa si me asediaban, me venían a buscar, yo no he tenido buena estatura pero aseadito si he sido y me gustaba cambiar de ropa, por eso creo que les gustaba”
Así es Ildefonso, ‘Chimbalo viejo’, un campesino, de menuda estatura, atento, jocoso, que brinda su amistad al visitante, sin recelo cuenta hasta los mínimos pasajes de su vida.
EL Chimbalo Menor
Olmedo Mayag Narváez, el décimo de la dinastía ‘Chimbalos’ nació el 9 de noviembre de hace 66 años en el seno de una familia laboriosa, cimentada en valores morales y religiosos. Cuatro años de escuela fueron suficientes para empezar a edificar su proyecto de vida. Con el transcurrir de los años, Olmedo exploró diferentes campos laborales que lo formaron como ciudadano ejemplar. Sus padres Ángel María y María Clementina inculcaron en su descendencia el amor por el trabajo y asumir con responsabilidad los retos encomendados. Don Olmedo recuerda que asistía a la escuela como estudiante regular cuando el padre Juan Clímaco Ortiz, párroco de Guaitarilla iniciaba la construcción del actual templo, en ese propósito vinculó a los estamentos sociales, incluyendo a niños escolares, quienes después de la jornada de clases transportaban ladrillos, piedras, madera, arena y otros materiales hasta el templo.En su adolescencia Olmedo aprendió a manejar los telares empleados para fabricar los empaques de fique y otras piezas que se procesaban con cabuya. Ildefonso, su hermano mayor lo indujo al trabajo con los tapiales utilizados para levantar muros de tapia apisonada. De ese ejercicio se derivaron muchas construcciones de viviendas, escuelas, casas comunales y molinos. Algunas se conservan en el casco urbano y en las veredas El Cid, Ales, El motilón, Cumac, San Alejandro, El Cabuyo, Cuatro Esquinas, Girardot, La Esperanza y Ahumada.
En la actualidad trabaja en la barbería ‘El Triunfo’ que se constituye en el lugar de tertulia, la música, la cuentería y del rencuentro con la historia y la tradición guaitarillenses.
El oficio de la peluquería iniciado por Ildefonso en la casa paterna está próximo a cumplir 70 años y es Olmedo quien mantiene viva esa tradición cultural para orgullo de Guaitarilla.
Como un homenaje a la trayectoria y popularidad de los hermanos Mayag Narváez y a su natal, la fértil Guaitarilla en todos los ámbitos, publicamos la presente semblanza.
Como un homenaje a la trayectoria y popularidad de los hermanos Mayag Narváez y a su natal, la fértil Guaitarilla en todos los ámbitos, publicamos la presente semblanza.
excelente crónica como para hacer una novela verdadera
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